viernes, 29 de junio de 2012

envejecimiento saludable


ahora en esta ocasion les brindo unos pasos para llevar al envejecimiento de una manera saludable. bueno como se sabe el envejecimiento del ser humano empieza desde el momento en que nace. La primera medida que cada uno puede hacer es aceptar esa realidad, aconseja Hugo Alberto Schifis, presidente de la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría.

La preparación para la última etapa de la vida debe empezar desde la infancia, con las vacunas administradas como marca el calendario nacional de inmunizaciones. También hay dosis de vacunas que se deben dar durante la adultez, como la de la gripe y la neumonía.

Comer frutas y verduras es clave para prevenir diferentes enfermedades. Se recomiendan 5 porciones por día.

La actividad física también es fundamental. Se aconseja al menos media hora de caminata. Dependerá de la edad y el estado de salud de cada persona, que debe hacerse un chequeo médico. El médico puede determinar qué tipo de actividad corresponde para cada persona. Para mayores, la gimnasia acuática es adecuada porque permite relacionarse con otras personas y favorece el cuerpo.

Buscar espacios para reunirse con otros, como los centros de jubilados, clubes, u otros lugares donde se realicen actividades de interés para cada persona. Aislarse puede llevar a la depresión y también a la demencia. Bailar, jugar al ajedrez, hablar con otras personas de diferentes generaciones, acercarse a escuelas y otros proyectos comunitarios.



Las familias deben tener paciencia y evitar discusiones con problemas de sordera de la persona mayor. Estas discusiones pueden llevar al aislamiento, una situación que no favorece el envejecimiento saludable.

empatia con el adulto mayor


a continuacion les tengo bien a traer este pequeño pensamiento sobre el cual no habla sobre los tratos que se le deberia tener al adulto mayor y ademas de que a si como ellos tambien nosotros tendriamos que ser considerados con ellos, ya que solo asi es la unica manera de entrar en el verdadero estima de la persona de la tercera edad, bueno les dejo este video, veanlo y opinen.





hey!! no están solos

Desde la antigüedad, los ancianos han sido venerados por su sabiduría y experiencia. Hoy, por los azares de la modernidad, muchos no gozan de ese privilegio. Sin embargo, todos aquellos ancianos que viven en la ciudad de Huancayo y en situación de abandono y pobreza tienen ahora la esperanza de una vida mejor gracias a Intralot, empresa que apoya económicamente a la Sociedad de Beneficencia de Huancayo.

En el Hogar del Adulto Mayor San Vicente de Paul, los abuelitos viven en comunidad y se sienten útiles para la sociedad a través de los trabajos que realizan día a día. Ellos viven en cuartos donde se acompañan, comparten sus historias, realizan varias actividades y pasean en el patio.

Si es que sufren alguna enfermedad, ya no tienen por qué preocuparse. Dentro del hogar, las enfermeras están siempre a su disposición para cuidarlos y curarlos de cualquier molestia.  Asimismo, para entretenerse, muchos exploran su lado creativo pintando pequeños cuadros, que adornan las paredes de sus habitaciones.

Los ancianos disfrutan de gratos momentos juntos, se reúnen alrededor de la televisión para ver El Chavo del Ocho y piensan que, a pesar de escuchar los mismos chistes de hace varias décadas, aún sigue dando risa. Es que para ellos vivir recordando su larga vida es ahora un placer porque si bien en un pasado sufrieron de pobreza, hoy gracias a Intralot y la Sociedad de Beneficencia de Huancayo, todo es mejor. El sufrimiento se acabó y la alegría y tranquilidad llega por fin a sus vidas.





la tan anhelada autorregulación


A veces lo que más se desea en la vida es poder controlar nuestras emociones negativas como la tristeza, la ira, el miedo, etc. Sin embargo, es interesante plantearse si la adultez mayor se caracteriza por el desbordamiento afectivo, o por el contrario, por el adecuado equilibrio de las vivencias emocionales.


Una de las tareas centrales del anciano es cuidar de su salud y una condición para ello es el adecuado manejo de las situaciones conflictivas con las cuales suele tropezar. No se trata de “reprimir el sentimiento” o “dejar de sentir”, sino ser capaces de reorientar las emociones negativas de forma tal que logren expresarse con el menor daño posible.



Quizás se ha sufrido, y la respuesta sea un enfado o molestia excesiva (con demasiada fuerza), tornando este acontecimiento difícil y a lo mejor sin tener una percepción objetiva de los motivos que la llevaron a cabo. Pero la inteligencia emocional sugiere que se puede reconsiderar la forma de emocionarse y poder dejar de ser esclavos de las pasiones, no justificar los estados de ánimo negativos, ser capaces de ajustarse a las condiciones de la edad, hacer uso de la calma para que los problemas no se conviertan en crisis y responder de manera efectiva a las múltiples demandas que aún la vida requiere. Los adultos mayores necesitan saber o aprender a manejar adecuadamente éstas u otras herramientas que le permitan esgrimir los pensamientos negativos de la mejor manera en pos del autocontrol.

Una situación podría ser aceptar la jubilación, necesitar de apoyo externo para caminar con seguridad, no ser ya el criterio dominante en el seno familiar y enfrentar el tratamiento de una enfermedad. El reto consiste en valorar si éstas son condiciones que inevitablemente deben irritar y deprimir o si se puede ser lo suficientemente hábil emocionalmente como para no atribuirle esa potestad.

La autorregulación también hace un llamado a la resiliencia como la capacidad de respuesta inherente al ser humano, a través de la cual se generan respuestas adaptativas frente a situaciones de crisis o de riesgo (Vera y otros, 2006). Sin lugar a dudas este concepto suele estar vinculado al autocontrol del adulto mayor en el sentido de saber afrontar y responder adecuadamente frente a los diversos problemas cotidianos y acontecimientos vitales a los que se ve expuesto. Además, la resiliencia tiene su vinculación con otras aristas de interés de la inteligencia emocional que se retomarán más adelante.

aceptar la vejez


La vejez hay que aceptarla y disfrutarla como cualquier otra etapa del desarrollo humano. No se trata de negar la llegada de la ancianidad y pretender seguir funcionando con esquemas que resultaron útiles en etapas anteriores, ni tampoco de esperarla como una tragedia ante la cual no hay nada que hacer.


Resulta indispensable reconocer las vivencias emocionales, sobre todo las negativas que provoca la evidencia de la vejez .Las limitaciones físicas y a veces intelectuales deben ser reconocidas para poder ser compensadas o corregidas. La pérdida de ciertos atributos relacionados con la belleza corporal, por ejemplo, debe ser aceptada como inevitable. No se espera por supuesto, que se reciban las arrugas con alegría, ni que se celebre la disminución de la virilidad, lo cual en nuestra cultura es algo lamentable, pero se debe tener en cuenta que todas las etapas de la vida llevan consigo pérdidas y ganancias. Se exige entonces desarrollar la capacidad de reelaborar el concepto de belleza, reajustar el ritmo de la actividad, así como el abandono o reemplazo de ciertas actividades por otras que pueden ser igualmente placenteras y fuentes de emociones positivas.



Cuando se ha vivido mucho, existe la posibilidad de haber sufrido y vivenciado situaciones desagradables, que provocan fuertes sentimientos de ira, rabia y hasta desesperación. Identificar estas emociones, las situaciones en que aparecieron y las consecuencias que tuvieron en la conducta, resulta una habilidad emocional de gran utilidad para el adulto mayor.

la inteligencia emocional en el adulto mayor


Son todavía pocos los estudios sobre las características del desarrollo emocional en las personas mayores. En las investigaciones sobre los cambios en la emoción y motivación de las personas con el paso de los años, se ha analizado la intensidad de la experiencia emocional con resultados contradictorios. Existen investigaciones que apoyan la idea de una menor activación del sistema nervioso aunque algunos estudios argumentan lo contrario debido a un decremento en la eficiencia de los mecanismos homeostáticos de restauración del equilibrio (Fernández-Ballesteros, 1999). Por lo que se refiere a la capacidad de expresar las emociones, las personas mayores no diferirían de las más jóvenes.

El desarrollo emocional del adulto mayor adquiere una significación especial que se enraiza en un manejo factible de las emociones y en la capacidad de expresarlas en toda su magnitud de una forma muy particular e irrepetible, de ahí que resulte muy importante comprender cómo se manifiesta y expresa la inteligencia emocional en esta etapa de la vida.


Apreciando de cerca las pérdidas que va vivenciando el anciano, además de las preocupaciones con las que convive en su cotidiano de vida, se hace necesario disponer de un conjunto de capacidades en la esfera emocional, en aras de enfrentar satisfactoriamente un arsenal de situaciones personales y sociales. Y entonces la educación emocional se impone.

Para llevar a cabo esta tarea satisfactoriamente es necesario esclarecer en qué consistiría el éxito de la misma y hacer eco en las visiones más saludables, lo que se propone es que la meta en esta etapa de la vida sea lograr que sea como otras, una etapa de crecimiento personal.

Un recorrido por las distintas dimensiones de la inteligencia emocional sugiere un conjunto de capacidades emocionales que resultan pertinentes y necesarias para una ancianidad que le apueste a la felicidad.

el deterioro, en el paso de los años


Sobre la vejez se han elaborado muchas leyendas, así como una diversidad de interesantes aforismos que tratan de definirla. Uno de los líderes del protestantismo, Martín Lutero, sentenció sobriamente: “La vejez es la muerte en vida”, lo que estaba en el espíritu de la época y los contemporáneos compartían. 


Desde un punto de vista psicológico, en la Tercera Edad se aprecian cambios en las distintas esferas de la personalidad del anciano que la distinguen de otras etapas del desarrollo.
Sin la intención de abarcar todas las aristas de esta etapa de la vida, ni pretender agotar las posibles condiciones que la caracterizan, señalemos algunos elementos que permitan comprender cuáles recursos se demandan en función de los retos a enfrentar en este período.

1. DECLIVE Y DETERIORO COGNITIVO: INFLUENCIAS EN EL PROCESO DE ENVEJECIMIENTO

Diferentes teorías apuntan, que aunque el envejecimiento equivale a deterioro, daño o enfermedad, es posible diferenciar el envejecimiento “normal” o “sano” del envejecimiento “patológico” o envejecimiento con “deterioro o enfermedad”. Si bien es cierto que el envejecimiento se refiere a diversos cambios que se dan en el transcurso de la vida individual y que implican declives estructurales y funcionales, o sea, disminución de la vitalidad; ello no significa que tal disminución o declive equivalga forzosamente a alteraciones patológicas.

Es importante saber que envejecer no equivale a enfermar, ni la vejez significa enfermedad. El envejecimiento implica una constante dialéctica de ganancias

 2. MUNDO AFECTIVO-EMOCIONAL: PÉRDIDAS Y GANANCIAS

La vida afectiva del adulto mayor se caracteriza por un aumento de las pérdidas, entendiéndolas como vivencias por las cuales siente que ya no tiene algo que es significativo para él a nivel real y subjetivo. Como parte de las mismas se refieren la pérdida de la autonomía (valerse por sí mismo, hacer lo que desea) y las pérdidas referidas a la jubilación, muerte del cónyuge y de seres queridos, las cuales afectan a todos los ámbitos e implican para el adulto mayor un proceso de elaboración de duelo.

Otro aspecto de suma preocupación en esta etapa de la vida y que constituye a su vez, una de sus principales neoformaciones, es la representación de la muerte como evento próximo, la cual también debe tenerse en cuenta desde una concepción del desarrollo humano, ya que el adulto mayor comienza a pensar en la inminencia de su propia muerte, siendo presa de un miedo terrible con tan sólo pensar en lo “poco que le queda de vida” y no en lo que puede hacer día a día para vivir de una mejor manera.
Algunos estudiosos perciben la muerte como la última crisis de la vida, ya que la misma es el punto culminante de la vida; todo se encamina hacia ella. Se podría ver la vida entera como una preparación para la muerte; aunque cuando la enfrentamos estemos ante la verdadera prueba de madurez de lo aprendido a lo largo de los años, lo cual puede ser puesto a prueba en ese momento decisivo en el que hacemos frente a duelos y rupturas difíciles, pero irremediables. Así este temor o miedo a la muerte será una especie de miedo al examen de la vida, al mayor de los exámenes, aunque también se este ante el mayor de los miedos el cual se va acrecentando en la medida en que transcurren los años.

3. LA PERSONALIDAD DEL ADULTO MAYOR

El estudio de la personalidad del anciano se ha concentrado tradicionalmente, en la cuestión acerca de ¿cómo afecta el envejecimiento a la personalidad? o ¿cómo afecta la personalidad al envejecimiento? Para dar solución a estas preguntas se han propuesto diversas teorías y conceptos que revelan el comportamiento del individuo.

La literatura refiere algunas tipologías de personalidad para el anciano. Un ejemplo de ellas es la ofrecida por el Kansas City Study of Adult Life (1998) en los Estados Unidos que las agrupa en 4 tipos fundamentales de personalidad:

• las “personalidades integradas” donde se encuentran los reorganizadores.
• las “personalidades acorazadas-defensivas” donde se encuentran los de pautas resistentes.
• las “personalidades pasivo-dependiente” donde se encuentran los buscadores de socorro y los apáticos.
• y las “personalidades desintegradas”

Esta tipología, basada en la estructura personológica, enmascara en alguna medida una visión involutiva de la ancianidad, por el sesgo negativo que le confiere a los comportamientos de cada uno de los tipos que propone, obviando lo nuevo que sin lugar a dudas ocurre durante esta edad (Orosa, 2001).