sábado, 14 de abril de 2012

La situación del adulto mayor en el Perú prehispánico y en el Perú moderno.



El 50% de adultos mayores en el Perú sufre algún tipo de maltrato por parte de sus familiares, en especial la intolerancia y la indiferencia.

No obstante, que en el país existe legislación orientada a la defensa y protección de las personas de la tercera edad, como la Ley 28803, que garantiza los derechos de los ancianos y determina que sus familias tienen la obligación develar por ellos en pro de su bienestar.

Sin embargo, el tema encierra una paradoja porque el concepto de familia moderna, solo considera la convivencia de la pareja y los hijos, mas no, la presencia de los padres, por considerarlos una carga económica y una molestia para la educación y crianza moderna de los hijos.

Para el año 2005 se ha estimado que en el Perú hubo dos millones 146 mil adultos mayores que representan al 7.7% de la población del país. Este grupo poblacional tiene una tasa de crecimiento anual de 3.1%. La dependencia de la población mayor se incrementaría con el tiempo de 12% del año 2005 a 34% para el año 2050.

Por este motivo, la vejez, al igual que la infancia, debería ser motivo de preocupación y de alerta para la sociedad y el Estado. Asimismo, estos datos estadísticos, deberían generar acciones integrales que conduzcan a mejorar la capacidad productiva del país, mejorar las condiciones de empleo, la salud, seguro de invalidez, y mejorar los ingresos económicos de los Cesantes y Jubilados, ya que ellos pertenecen de la Tercera Edad y también, muchos de ellos, desean integrarse al proceso productivo, dentro de normas establecidas que les permitan ejercer sus derechos y mejorar sus ingresos económicos.

Por tanto, se requiere medidas y acciones efectivas y concretas, dirigidas a generar espacios de producción acorde a la edad y capacidad de los usuarios, y no solamente buscar acciones para ocupar el tiempo libre de los ancianos para el descanso, o dar preferencia en los lugares públicos. Se tienen la idea errónea de considerar a los Adultos Mayores como menores de edad o como minusválidos, quienes requieren de la generosidad y tolerancia de parte de los jóvenes.


El hecho de tener la posibilidad de vivir más años debería ser motivo de celebración y alegría como lo fue en la época pre-hispánica; gracias a la modernidad se extiende nuestra esperanza de vida cada vez más y estos cambios no van acompañados de políticas adecuadas para brindar una mejor calidad de vida.
Al parecer, nadie tiene en cuenta que la vejez, es el conjunto de cambios biológicos, psicológicos y sociales, es un proceso normal e inherente a todo individuo.

Gran cantidad del esfuerzo de la sociedad y del Estado están dirigidos a la educación y preparación de los jóvenes para el trabajo, lo cual está muy bien, pero no existe una propuesta de desarrollar estrategia o habilidad para preparar a los adultos, en el momento oportuno, a diseñar sus proyectos de vida para una vejes digna y saludable, y que no ocurra situaciones dolorosas de ver a muchos de ellos; que por falta de ocupación y no tener un círculos social al cual incorporarse de manera útil y productiva, buscan como una ocupación y un motivo para cambiar de ambiente o salir de sus casas con un fin especifico, la atención en los servicios de salud, encontrando a estos; a pesar de las dificultades para el acceso, como espacios de encuentro, socialización y ocupación.

El país no está preparado para enfrentar el envejecimiento poblacional, ni los servicios de salud están en condiciones de afrontar una mayor carga de enfermedades no transmisibles, propias de la edad adulta, será más grave, sino se toman medidas desde ahora.



Pareciera que el adulto mayor es una población invisible. En la época Inca la población del Adultos Mayores no fue una población invisible o improductivo, por el contrario, los ancianos tenían funciones especificas que cumplir dentro del núcleo familiar y la comunidad, según nos comenta el etnógrafo indígena del Perú, Guaman Poma de Ayala, quien fue natural de Lucanas, Yarovilca (Ayacucho) posiblemente nació entre los años 1534 – 1536.

Su obra titulada “Nueva Corónica y Buen Gobierno”, da la visión indígena del mundo andino y permite reconstruir con todo detalle aspectos de la sociedad peruana después de la conquista.

La información que nos interesa comentar es el referido a la distribución de actividades y obligaciones de los varones y mujeres según su edad. Es obvio, que la edad no tenía un referente cronológico como lo es hoy, sino que esta se consideraba de acuerdo al desempeño de las capacidades físicas.

El autor nos habla de diez, etapas de cambios de actividades, desde el nacimiento hasta la muerte, para mujeres y varones. Describimos solamente tres etapas para los varones.

La Primera etapa correspondería a la edad aproximada entre los veinticinco y cincuenta años. Etapa que requiere del uso de las poderosas habilidades físicas y mentales necesaria para la guerra y en tiempo de paz, para la administración del estado.

Una segunda etapa corresponde a los adultos mayores de cincuenta o sesenta años, cuya actividad se relaciona con las largas caminatas. Era momento de recorrer todo el territorio del Tahuantinsuyo. Además apoyaban en los trabajos agrícolas y labores domesticas.

La tercera etapa corresponde al anciano mayor de setenta años o mas a quien se le asignan las tareas más importantes, como es el educar a los niños y ser consejero de la comunidad, porque; “con la poca sombra daban luz y claridad con sus consejos”.

Los ancianos, eran considerados sabios, distinción que le daba el aprendizaje de la vida y la capacidad resolver problemas; no eran aislados del núcleo familiar ni de la comunidad, por el contrario el llegar a la edad adulta los hacía merecedor del reconocimiento y el respeto. Era signo de haber vivido y cumplido todas sus obligaciones a cabalidad en las diferentes etapas de vida que le toco vivir.

Es más, el llegar a la edad de adulto mayor, era un regalo de los dioses, que le permita poder compartir con los suyos, todos su conocimientos y saberes.

Las personas mayores y la salud mental.


Aproximadamente el 20 por ciento de los mayores de 60 años experimenta desórdenes mentales específicos en algún momento...

Los desórdenes más comunes, en orden de preponderancia, son:

·    Trastornos de ansiedad, tales como fobias y trastorno obsesivo-compulsivo;
· Deterioro cognitivo grave, incluyendo la enfermedad de Alzheimer,y
·    Trastornos en el estado de ánimo, como depresión.

La esquizofrenia y trastornos de personalidad son menos comunes. Sin embargo, hay evidencia de que no se informa totalmente los trastornos mentales en las personas mayores.

Los trastornos mentales representan una grave amenaza para la salud y bienestar de las personas mayores. Las personas mayores tienen el índice más alto de suicidio en Estados Unidos y, aunque sólo representan el 13 por ciento de la población, las personas de 65 años o más cometen el 20 por ciento de todos los suicidios. Los hombres blancos de 85 años o más son especialmente vulnerables, con un índice de suicidio seis veces mayor que el de la población en general. Los trastornos mentales también pueden afectar negativamente la capacidad de las personas mayores para recuperarse de otros problemas de salud. Los ataques al corazón tienen cinco veces más probabilidades de ser fatales en una persona con depresión. El riesgo de muerte para los residentes con depresión grave en una residencia de ancianos es 60 por ciento más alto que para los residentes que no tienen este trastorno mental.

La aparición de los trastornos varía ampliamente en las personas mayores con enfermedades mentales. Algunos han sufrido una enfermedad mental grave y persistente durante la mayor parte de su vida adulta, mientras que otros han tenido casos periódicos de enfermedad mental. Mucha gente experimenta trastornos mentales o problemas de salud mental por primera vez a una edad avanzada. La pérdida de un ser querido u otras pérdidas que ocurren a edad avanzada por lo general exacerban estos problemas. Los trastornos mentales también varían en gravedad, desde problemáticos, o incapacitantes, hasta fatales. Desafortunadamente, aunque existen tratamientos para muchos trastornos mentales comunes, todavía existen barreras para identificar y tratar los trastornos mentales en las personas mayores.

Prejuicios contra la vejez

Mucha gente cree equivocadamente que los trastornos mentales, como la depresión o la demencia, son normales en las personas mayores y que no hay tratamientos eficaces disponibles. Otro mito sugiere que las personas mayores no pueden cambiar, experimentar un crecimiento psicológico y espiritual, o contribuir a la sociedad. Por esto, son vanos los esfuerzos para mejorar su salud mental.

Estigma
Algunas personas mayores creen que los trastornos de la salud mental y su tratamiento son vergonzosos, representan un fracaso personal o llevarán a la pérdida de autonomía. Por esto ellos pueden negar que tengan problemas mentales o no aceptar el tratamiento de los proveedores de cuidados para la salud mental.

Diferencias en síntomas y tratamientos
Los trastornos mentales que experimentan las personas mayores pueden diferir de aquellos que acontecen en las personas más jóvenes, lo que puede dificultar un diagnóstico preciso y el tratamiento. Por ejemplo, una persona mayor con depresión tiene más probabilidades de informar síntomas físicos, como insomnio o dolor, antes que sentimientos de tristeza o de inutilidad. También es importante indicar que muchos médicos y otros profesionales de la salud podrían no proporcionar un eficaz cuidado de la salud mental porque no han recibido una formación adecuada para diagnosticar y tratar los trastornos mentales en las personas mayores.

Acceso inadecuado a los servicios
Muchos proveedores de cuidados para la salud mental o de servicios para las personas mayores han dado escasa atención a los problemas mentales de éstas. Los medicamentos con receta, que a menudo son un elemento importante en los tratamientos de salud mental, podrían ser demasiado caros para las personas mayores con ingresos fijos. Además, podría ser que no dispongan de transporte para ir a las citas de asesoría o de los grupos de apoyo.

Falta de profesionales
Existe una falta en general de profesionales experimentados en salud y servicios sociales, y entrenados para proporcionar cuidados para la salud mental de las personas mayores.

Fuente:AoA (USA)



¿Sensualidad y sexualidad en la tercera edad?


Una fruta madura significa que esta dulce, que esta lista, que está en su mejor momento para comerse. En el ser humano, la madurez produce un estado similar: es un momento en donde la persona puede experimentar una especie de dulzura especial y diferente con sus sentidos y su sexualidad.

La edad impone todo tipo de cambios, desde anatómicos hasta fisiológicos y psicológicos, los cuales van transformando las respuestas sexuales tanto del hombre como de la mujer. Sin embargo, una estimulación y comunicación adecuada con la pareja pueden lograr relaciones íntimas placenteras y muy satisfactorias después de la tercera edad.

Sin embargo, muchas veces, los prejuicios y factores tanto sociales y personales impiden que se disfrute de una sexualidad y sensualidad gozosa después de esta edad, ya que se desarrollan todo tipo de complejos, juicios y culpas que impiden y condicionan el disfrute de compartir íntimamente con la pareja después de los 60 años.

La sexualidad, de la tercera edad en adelante, puede ser ciertamente distinta a la que se practicaba en la juventud: los cambios del cuerpo de la mujer, por ejemplo, pueden hacer dolorosa una penetración,  ya que en la menopausia se dejan de segregar las hormonas femeninas que estimulan el apetito sexual y provocan la lubricación de la vagina. Además, los labios de la vagina reducen su grosor, las contracciones uterinas son molestas, y el clítoris, aunque mantiene la respuesta a la excitación, se contrae con más rapidez después del orgasmo. En el varón también ocurren cambios después de la andropausia, y aunque muchos varones mantienen su antojo sexual por mucho tiempo, llega un momento en que los contactos o acercamientos íntimos con la pareja suelen ser más espaciados, y pueden variar su ritmo e intensidad.

Debido a todos estos cambios, la sexualidad se puede empezar a convertir, entonces, en algo más sensual que sexual, se pueden empezar a despertar otro tipo de emociones y sentimientos como la ternura y una forma distinta de sentir el amor y las caricias. Todo esto no deja de ser un compartir íntimo sexual importante con la pareja, una actividad que puede brindar muy gratos beneficios, el problema es que uno mismo se impide que su vida sexual o sensual siga, cuando esta puede ser tan larga como su existencia misma. La continuidad en las relaciones íntimas como una fuente de goce, descubrimiento y expresión amorosa después de la tercera edad no es ni mala, ni indebida ni debe causar angustia ni rechazo, esta comunicación corporal sigue siendo, hasta que uno quiera, una forma de acercamiento, conocimiento y expresión de cariño.  

La sensualidad en la tercera edad:



• Ayuda a la persona a conectarse emocionalmente con las cosas que le rodean.


• Provoca sentimientos de ánimo y exploración.

• Las facultades de la mente se mantienen vivas por mucho mayor tiempo.

• Mejoran los estados de salud, incluso pueden desaparecer dolencias, achaques, etc.

• Alienta a la comprensión y observación.

• Evita la frialdad emocional, la amargura y la soledad.

¿Qué puede impedir el disfrute de una sensualidad después de la tercera edad?

• Toma exagerada de medicamentos.

• Sensación de negación

• Admitir que ya no se puede explorar ni conocer cosas nuevas con el cuerpo.

• Volverse susceptible e influenciable a prejuicios y negaciones que impone la sociedad y los criterios tanto personales como de la familia, religión, medios informativos que opinan de forma negativa respecto a las relaciones íntimas de las mujeres y hombres mayores.

• Se asumen posiciones como que el amor, la sensualidad y el romance sólo son cosas de la juventud o hasta cierto tiempo. 

Si bien todo se transforma, hay que asumir sin duda que la sexualidad cambiará y se transformara en otra cosa con el paso del tiempo, pero esto no debe ser un impedimento para disfrutar de las sensaciones corporales, sino un proceso normal y natural el cual se puede conjugar con el estado de comprensión y entendimiento del cual muchas veces se carece en la juventud, lo que puede enriquecer mucho en encuentro con la pareja.

En este momento se puede aprovechar, además, que el cuerpo no esta tan distraído por los escándalos del sexo ferviente de la juventud y se puede llegar a una dulcificación de los sentido por medio del encuentro intimo con la pareja: la ausencia de la sexualidad acalorada puede empezar a dejar paso a sentimientos como la ternura, el amor no sexual, una diferente sensibilidad de los sentidos, la reflexión, la creatividad y el acercamiento entre dos seres sin el matiz erótico, lo que puede enriquecer en todo sentido la vida de una pareja.

Estos nuevos modos de empezar a sentir a la pareja son sin duda los que pueden ayudar a mantener el alma viva y encendida, fértil y renovada, joven y animosa. Disfrutar una sexualidad madura, con nuevos matices, solo requiere actitud, de una intención por encender el incienso de los sentidos dentro de otros terrenos, una emoción por explorar que hay, quizá, detrás de la ferviente sexualidad de la juventud, lo cual puede retroalimentar de formas profundas el espíritu y el alma.  


¿Estamos preparados para la atención primaria del adulto mayor?

Se ha estimado que la población de adultos mayores del  Perú, en el año 2002 fue de 7,68%y que se incrementará  a 12%en el año 2020,lo que correspondería aproximadamente a 3,3 millones de personas; este proceso, a  diferencia de países desarrollados va acompañado de  pobreza y falta de políticas de salud; actualmente se  estima que sólo 56,3%de ancianos de las urbes tienen  acceso a la seguridad social, encontrándose en situación  de pobreza 41,7%y en pobreza extrema 19,5%.

El envejecimiento poblacional, ha condicionado que la  mayor parte de la actividad profesional en ciencias de la salud se realice en pacientes geriátricos; no obstante,  son muy pocas las universidades donde se imparte la  enseñanza de la geriatría en el pregrado.

El Ministerio de Salud del Perú, desde el año 2003, viene  desarrollando el modelo de atención integral en salud  (MAIS)enfocado por etapas de vida, formando parte  de este, el Programa de Atención Integral en Salud del  Adulto Mayor, que en el nivel de atención primaria (centros y puestos de salud), está orientado a la prevención  y promoción de la salud; el desarrollo de este modelo es  aún gradual y se vienen realizando diversas actividades  de diagnóstico situacional y capacitación al personal en  las diferentes direcciones de salud.

En la DISAV, Lima Ciudad, como parte de este programa  de implementación, se realizó en octubre de 2005 un  curso de capacitación a los responsables y miembros  del equipo interdisciplinario de la atención al adulto  mayor de cada uno de los centros de atención primaria  (centros y postas de salud) de su jurisdicción; se realizó  esta investigación para conocer cuál era la formación  previa que habían recibido en sus estudios universitarios y si se sentían preparados para brindar atención al  adulto mayor. 

EL ESTUDIO

Estudio observacional, descriptivo, transversal; se aplicó una encuesta a todos los responsables y miembros del  equipo interdisciplinario del Programa de Atención al  Paciente Adulto Mayor de la DISAV. Lima Ciudad. 

Se entrevistó a 79 personas, seis de las cuales fueron  excluidas, dos por no tener dentro de sus actividades la  necesidad de trabajar con un adulto mayor (una obstetríz, una profesora de educación física),dos por llenado  incompleto y dos por no ser profesionales. La edad media  de los participantes fue de 44,2 años. 

Sólo 30%de responsables del Programa de Adulto  Mayor de la DISA V Lima Ciudad recibieron formación  en el pregrado referente a geriatría (Tabla 1), y fueron  las enfermeras quienes recibieron mayor capacitación al  respecto; del total de personas que refieren haber sido capacitadas en la universidad, 59%considera que esa  formación fue regular o mala.


Cuando se consultó si con la experiencia profesional y los conocimientos previos se podría resolver los problemas  del paciente adulto mayor, únicamente 10% se consideró  capacitado para ello; por lo cual todos consideraron necesaria la capacitación para poder llevar este programa; 93%  prefieren capacitarse con talleres teórico-prácticos, 25% con pasantías en los servicios de geriatría de la microrred,  16% en otras instituciones y 59% en ambas modalidades  destacando los temas de mayor interés (Tabla 2). 


Sólo 27% conoce el modelo de historia clínica aplicada  para el adulto mayor propuesta por el MINSA y son las enfermeras las que tienen mayor conocimiento (54%). 

DISCUSIÓN

El Ministerio de Salud, cómo parte de sus lineamientos  de Política de Salud 2002-2012 ha implementado el  modelo de atención integral en salud (MAIS); sin embargo, el personal a cargo de los programas de atención al  adulto mayor presenta un serio déficit en su formación debido a la falta de planes curriculares que contemplen  la enseñanza de la geriatría en las universidades; prueba  de ello es que 70% de estos profesionales no recibió  conocimientos sobre el tema durante su formación de  pregrado; de los que sí recibieron formación en el tema  59% considera que esta fue regular o mala, ello se refleja en que únicamente 10% se considera con la experiencia  y los conocimientos fundamentales para resolver los  problemas del paciente adulto mayor.  

Nuestros resultados distan mucho de los mostrados en  países desarrollados, como por ejemplo en la comunidad Europea, alrededor de 50% de estudiantes de medicina  reciben formación en geriatría, cifra considerada insuficiente por ellos pero muy superior a nuestra realidad.  

La necesidad de implementar la enseñanza de geriatría no  sólo debe ser prioridad en el pregrado de medicina, sino  también a las otras áreas de ciencias de la salud; puesto  que para el abordaje integral del paciente adulto mayor, es  necesaria la concurrencia del equipo interdisciplinario. 

Los argumentos para que el alumno de pregrado aprenda  geriatría son incuestionables y se basan en dos pilares  fundamentales: la realidad sociodemográfica y la especificidad de la materia objeto de estudio.  

Teniendo en cuenta que la mayoría de nuestros profesionales trabajarán en la atención primaria; la formación  debe estar orientada a las actividades preventivo promocionales, más que a la atención hospitalaria.  

En cuanto a la selección de los temas más importantes  para su capacitación predominaron las enfermedades  crónicas, pero no se tuvo en cuenta aspectos relacionados  específicamente con el cuidado del adulto mayor, como la valoración geriátrica, síndromes geriátricos,  uso de fármacos, nutrición; lo cual demuestra el pobre conocimiento  de la patología geriátrica entre la población encuestada. 

El tipo de formación que demandan nuestros profesionales es teórico-práctico (993%), con pasantías en los servicios de geriatría de su respectiva microrred, de acuerdo  con la realidad en la que se desenvuelven. Existen en marcha programas de capacitación a cargo del MINSA y otras organizaciones, que resultan insuficientes ante el gran vacío existente y la necesidad de complementar estos programas con pasantías; por lo tanto, debe ser una  prioridad de las autoridades del MINSA, realizar a corto  plazo una selección adecuada y capacitar a los coordinadores del programa de atención al adulto mayor en las  DISA, redes, microrredes así como a los responsables de  la atención primaria. Las universidades, a su vez, deberían implementar en sus programas curriculares cursos de geriatría, orientados a la atención primaria. 


* Marco Zelada; Percy Mayta


·         Servicio de Geriatría, hospital Nacional Dos de Mayo. Lima, Perú  

·         Programa de Atención al Adulto mayor, Centro de salud Santa Fe, dirección de Salud Callao, Perú


·         Instituto Nacional de Salud. Lima, Perú.





la salud del adulto mayor en el siglo XXI

El envejecimiento, o proceso normal de cambios relacionados con el paso del tiempo, se inicia con el nacimiento y continua a lo largo de la vida. La ancianidad es la fase final de la vida.

La gerontología, es una ciencia multidisciplinaria que estudia el proceso de envejecimiento y la etapa de la vejez, cuenta con diferentes campos de aplicación, en los que participan especialistas de múltiples ramas y profesionales que tienen como objetivo común el tratar de mejorar la calidad de vida de las personas ancianas.
Dentro de los campos que abarca la Gerontología se identifica como uno de los más importantes la Enfermería Gerontológica.

El término de Enfermería Gerontológica fue definido en 1981 por la Asociación Norteamericana de Enfermería (ANE), como la profesión que abarca la promoción y mantenimiento de la salud, la prevención de las enfermedades y el fomento del autocuidado en los adultos mayores, dirigidos hacia la restauración y alcance de su óptimo grado de funcionamiento físico, psicológico y social; abarca también el control de las enfermedades y el ofrecimiento de comodidad y dignidad hasta la muerte .
El envejecimiento individual ha estado presente en todas las etapas del desarrollo social, sin embrago en la sociedad moderna, en los primeros años del nuevo siglo (XXI), se asiste a una situación singular, más y más personas sobrepasan las barreras cronológicas que el hombre ha situado como etapa de vejez y que convierte el envejecimiento poblacional en quizás, uno de los retos más importantes para las sociedades modernas.

De acuerdo con las proyecciones demográficas de la ONU, a partir del año 2003 una cuarta parte de la población del planeta tiene más de 60 años, y 1 de cada 3 adultos será una persona de edad. En Cuba ya el 14,6 % de la población tiene 60 años o más. Mientras que la esperanza de vida al nacer es de más de 75 años, a los 60 años es más de 20 y a los 80 es más de 7 años. Para el año 2015 habrá por primera vez más adultos mayores que niños, y ya en el 2025, uno de cada cuatro cubanos, será una persona de 60 años de edad.

De manera que la importancia alcanzada por este sector poblacional demanda un compromiso moral cada vez mayor, de parte de los profesionales de la salud y en particular de los profesionales de enfermería.
La enfermería es sin duda, el área profesional del equipo de salud que más decidida y profundamente puede impactar en la atención de las personas de edad avanzada.

Es de gran importancia el trabajo que realiza la enfermera en el primer nivel de atención, pues en su labor de promoción y prevención, es el personal que puede influir directamente en "aplicar medidas especiales para prevenir o enlentecer las enfermedades crónicas no transmisibles y se reorienten las políticas de salud dirigidas a promover la atención y permanencia del adulto mayor en la comunidad, de manera que la comunidad misma sirva de mecanismo mediante el cual se pueda evitar el confinamiento temprano o innecesario del anciano en su domicilio o en instituciones de larga estancia”.

El programa del adulto mayor en Cuba, plantea los nuevos conceptos gerontológicos, con la participación activa del médico y la enfermera en un trabajo colectivo con la participación de la familia y la comunidad, donde el protagonista principal es el adulto mayor.
Este programa además de ofrecer aglutinación en favor del adulto mayor es aplicable en todos los niveles de atención que incluye no solo salud, sino la seguridad social, deporte, cultura y legislación.

La vejez puede ser una etapa activa y vital, no hay que pensar en ella como pasiva y dependiente. De todos nosotros depende la calidad de vida del adulto mayor.
Este programa además de ofrecer aglutinación en favor del adulto mayor es aplicable en todos los niveles de atención que incluye no solo salud, sino la seguridad social, deporte, cultura y legislación.
La vejez puede ser una etapa activa y vital, no hay que pensar en ella como pasiva y dependiente. De todos nosotros depende la calidad de vida del adulto mayor.

miércoles, 11 de abril de 2012

enfermedad de alzheimer

La enfermedad de Alzheimer es un trastorno neurodegenerativo de inicio insidioso descrito inicialmente por Alois Alzheimer en 1907. Concretamente, Alzheimer estudia el caso de una paciente de 51 años que presenta trastornos de la memoria y celotipia y que desarrolla, además, síntomas afásicos, perseveración, dificultades de la escritura, alucinaciones auditivas, ideación paranoide y desadaptación social de 5 años de evolución. El estudio neuropatológico postmortem reveló en su cerebro la existencia de placas seniles, que Alzheimer describió como acumulación de una sustancia extraña en las capas superiores de la corteza cerebral, en forma de focos miliares difusos, y lesiones de degeneración neurofibrilar. Cuatro años más tarde, en 1919, Kraeplin comenzó a referirse a esta forma de demencia como enfermedad de Alzheimer.

La enfermedad de Alzheimer es la causa más común de demencia en la vejez, La incidencia en estudios diversos muestra tasas entre 10 y 15 nuevos casos cada mil personas al año para la aparición de cualquier forma de demencia y entre 5 - 8 para la aparición de la enfermedad de Alzheimer. También hay diferencias de incidencia dependiendo del sexo, ya que se aprecia un riesgo mayor de padecer la enfermedad en las mujeres, en particular entre la población mayor de 85 años.

Debido a la ausencia de una prueba definitiva para su diagnóstico premortem, es necesario el uso de criterios clínicos junto con el apoyo de la información proveniente del informante y de la valoración neuropsicológica de los déficits cognitivos presentes en el paciente. En este sentido, los perfiles neuropsicológicos que presentan los pacientes con una presunta demencia son de crucial importancia para identificar precozmente la enfermedad. Los criterios clínicos más utilizados para diagnosticar la enfermedad de Alzheimer son los del National Institute of Neurological and Communicative Disorders and Stroke/Alzheimer´s Disease and Related Disorders Association. Dichos criterios clasifican la demencia en definitiva, probable o posible según el nivel de certeza. El diagnóstico “definitivo” requiere la presencia de las características clínicas de Alzheimer probable y la confirmación neuropatológica.

De acuerdo con la APA (1996), podemos agrupar los síntomas clínicos de la enfermedad de Alzheimer en tres grupos: neurológicos, neuropsicológicos y psiquiátricos, que dependen, en gran medida, de la localización de los cambios neuropatológicos.

El síntoma más temprano de esta enfermedad es un fallo de memoria, cuya intensidad correlaciona con el grado de deterioro de las estructuras del sistema temporal medio. Concretamente, los pacientes con esta enfermedad tienen una gran dificultad para aprender nueva información y son muy frecuentes los olvidos del día a día. A medida que las lesiones neuroanatómicas progresan, se deteriora también la memoria retrógrada. Otro rasgo característico de la enfermedad de Alzheimer, a parte de la amnesia, es el deterioro visuoespacial, que en una minoría de pacientes precede a los problemas de memoria.

tratamiento.

Actualmente no existe un tratamiento curativo de la demencia, sin embargo, como consecuencia de su mejor conocimiento, parece posible mejorar la calidad de vida del paciente con demencia y de su familia a través de diferentes intervenciones tanto farmacológicas como no farmacológicas.

El tratamiento no farmacológico implica: rehabilitación cognitiva mediante programas de psicoestimulación, entrenamiento en capacidades cognitivas específicas, reestructuración ambiental (intervenciones sobre el entorno del paciente), intervención conductual mediante técnicas de modificación de conducta, programas de estimulación física e intervenciones sobre el cuidador. El tratamiento de la depresión puede ser eficaz para eliminar los síntomas depresivos.

El efecto de la información orientativa a estos pacientes tiene mayor o menor éxito dependiendo de la gravedad de la demencia.

* Extracto de Trastornos neurodegenerativos en el envejecimiento. Bernardino Fernández Calvo y Francisco Ramos Campos